El Espectador

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jueves, 29 de diciembre de 2011

El Retrato

La voz corre de boca en boca, de rellano en rellano, de casa en casa, de calle en calle... y bien pronto todo el mundo sabe que usted dibuja. Pero cuando la gente le da el espaldarazo a uno, generalmente lo hace encasillándolo. Y así, para la gente, el que usted dibuje equivalente a decir que es capaz de hacer retratos.

Si, amigo; cuando usted empiece a retratar a sus familiares y amigos, para esos familiares y amigos usted sabrá dibujar. Todo o casi todo lo que pueda hacer aparte del retrato a lápiz o al carbón, para ellos apenas importa.
Todos tenemos una tendencia natural a dibujar caras, personas, retratos: ¡vemos tantas durante las horas que permanecemos despiertos! Es naturalísimo que usted y yo y cualquiera que tenga un poco de habilidad con el lápiz dibuje caras: de imaginación, copiándolas de fotografías o del natural...

La creencia de la gente, pues, responde a una intuición refrendada por los hechos, del mismo modo que un dicho popular suele ser una manifestación del sentido común. Así, cuando un dibujante sabe hacer un retrato, es que ya sabe dibujar.
Consideremos ahora este asunto desde el punto de vista de usted. ¿Por qué el retrato revela que uno es un buen dibujante?
Pues porque el retrato pone a prueba los conocimientos técnicos del artista sea dibujante o pintor y, además, como cosa importantísima, le fuerza a obtener el parecido.
El parecido es lo que hace que guste un retrato al común de las gentes, empezando por la propia persona retratada y terminando por quienes le conozcan.

Ahora bien: ¿es esto todo por lo que respecta al retrato?
Repetiré esta pregunta refiriéndome al arte en general: ¿Es suficiente para el artista conseguir el parecido de lo dibujado o pintado con lo que ha servido de modelo?
Esta cuestión eterno caballo de batalla de los artistas divide el campo del Arte en dos tendencias: la figurativa y la no figurativa. Los primeros someten su arte y su técnica personal al parecido del modelo. Los segundos someten el modelo a las exigencias de su personal punto de vista artístico.
Usted ha elegido el camino del arte. No es nada fácil, se lo advierto.


(Retratos de Everett Raymond Kinstler)



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